Libros 29 agosto, 2016

[Editorial] Hierba mala nunca muere

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Cuando lo conocí, nos sonreímos con el típico ademán en señal de respeto y cordialidad. Mientras se presentaba veía cómo sus manos se movían al ritmo de un reef en guitarra al aire. Conversamos como si hubiésemos sido amigos de toda la vida, como si supiésemos quiénes éramos desde antes.


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Cuando lo conocí, nos sonreímos con el típico ademán en señal de respeto y cordialidad. Mientras se presentaba, veía cómo sus manos se movían al ritmo de un riff con guitarra al aire. Conversamos como si hubiésemos sido amigos de toda la vida, como si supiéramos quiénes éramos desde antes.

Mientras salíamos se enfermó de gripe y su frase fue “Tranquila, Hierba mala nunca muere.” Al conocerlo, me di cuenta que esa frase sólo era un cliché. Dueño de una mirada fuerte pero envolvente, una sonrisa que no ilumina el espacio, pero sí una forma única de hacerse notar.

Se convirtió en la hierba más linda que haya conocido, de esas que puedes hacer té y sentir un alivio en el alma. Como si al hacerlo infusión, hubiera visto mis heridas y a punta de sorbos las fuminó. Como cuando de verdad, tomas té y sientes inmediatamente el calor, la frescura y ese toque reconfortante que muchas veces nos hace falta.

Yo no era el sinónimo de dulzura y romanticismo, de hecho, siempre me decían que mi corazón era súper duro. Pero aún los metales se vuelven blandos y refinados con el calor, eso hizo él. Me limpió las asperezas que otros me habían dejado, me quitó un sinnúmero de fetiches, paradigmas y pensamientos.  Se convirtió en ese té que no sólo calienta tu estómago, sino también tu alma.

No es hierba mala, nunca lo fue, dudo que lo sea.

No puedo explicar lo que siento al verlo. Su caminar siempre de prisa, su mirada por ratos distraída aunque sea súper observador; su forma de sonreír hacia un lado y decirme “hola cariño”. Momentos que usualmente me sonarían re randoms y no prestaría atención, hoy son justamente los que me hacen recordarlo y sonreír.

Veo en retrospectiva la relación, y sin importar cómo sea el desenlace, será esa hierba mala que nunca se va a morir, de la cual me enamoré y a quién le dediqué mis mejores días.

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Sobre el autor

Maurie Franco

Miembro de Global Shapers Guayaquil.

Escribo por cataratis. A veces hater. Directora de Bastiat Society.

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